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ABRETE SESAMO

Esta es la puerta de un almacén de un gran revuelto de libros que un señor les guarda para, los domingos, llevarles a vender en el Mercadillo del Paseo del Empecinado, en Burgos.

Es difícil encontrar la cerradura, pero un cura del barrio de Reyes Católicos que lo sabe, amigo mío, me dijo que él guardaba los libros que no quería en este lugar para que se les vendiera dicho señor.

Amable estuvo conmigo, pues yo iba a dejar aquí, también, unos libros que me estorbaban en casa, e ignorante como era de abrir el local, sonriente él me dijo:

-Hijo mío, alma amada, este local se abre casi como en el cuento de Ali Babá y los Cuarenta Ladrones del libro “Las Mil y Una Noches”, que nos deleitaba en nuestra infancia, diciendo los ladrones del cuento las dos palabras mágicas capaces de abrir la entrada de la cueva que contenía innumerables tesoros mal habidos: “Ábrete Sésamo”; pero aquí, nosotros, antes debemos colocar el pene en el centro de los labios de la mujer dibujada, diciendo, al momento, dichas palabras mágicas.

-Hazlo, jovencito, me ordenó.

-Así lo hago, le dije. ¡Y lo hice¡

Coloqué el pene en el centro de los labios, y exclamé: ¡Ábrete Sésamo¡ Al instante, con gran sorpresa mía, se entreabrió la puerta del local, y accedimos al tesoro que se componía de más de mil y un libros de diversos géneros de Arte y Literatura.

Como yo no quería los libros, no dejé una nota con mi nombre y dirección, colocándoles entre los primeros libros que nos encontramos; diciendo:

-Adiós, mis amigos. Que el dueño cargue con vosotros, y haga lo que quiera.

Con prisa salimos del local. Casi sin darnos cuenta la puerta se cerró. Sonriendo, yo le dije al cura:

-Padre ¿a que no adivina lo que le diré a mi novia cuando se me abra de piernas para acceder a su tesoro?

-Adivina quién te dio.

Los dos nos reímos a más no poder. Tanto que, como dos mozos briosos, nos abrazamos.

Yo le dije:

-Suélteme, padre, que es mudado el aire.

-Daniel de Culla